La adquisición de bienes raíces se posiciona como una estrategia financiera prudente y sustancial para el crecimiento patrimonial a largo plazo. La propiedad inmobiliaria, al adquirir un terreno o espacio edificado, tiende a experimentar un aumento de valor con el tiempo. Este aumento puede traducirse en ganancias significativas al momento de la venta, otorgando a los inversores un atractivo retorno sobre la inversión.
Además, la inversión inmobiliaria ofrece la posibilidad de generar ingresos recurrentes mediante el alquiler. Al alquilar la propiedad, los inversores pueden obtener flujos de efectivo regulares, proporcionando así una fuente adicional de ingresos, complementaria a la apreciación del valor.